Cuando el viento frío y cortante corta las mejillas como un cuchilloY cuando la tierra se cubre con una gruesa capa de nieve, el mundo parece sumirse en un estado de silencio y frialdad. El crudo frío invernal apura los pasos de la gente, y su ánimo parece congelarse por este blanco monótono. Sin embargo, en esta estación aparentemente sin vida, una pequeña flor de ciruelo entró silenciosamente en mi vida, como la luz más cálida y sanadora del invierno, reconfortando mi corazón e iluminando los colores de la vida.
Allí se alzaba en silencio, como un hada surgida de la poesía antigua, destilando un encanto sobrenatural. Esta pequeña flor de ciruelo se alzaba solitaria en su rama, con una forma sencilla y elegante. Varias pequeñas y delicadas flores de ciruelo se extendían por la rama, tiernas y húmedas, como si se rompieran fácilmente al tacto. Los estambres eran largos, como estrellas centelleantes en el cielo nocturno, y destacaban con especial intensidad sobre el fondo de los pétalos.
La textura de sus pétalos es claramente visible, como si fuera una obra de arte meticulosamente elaborada por la naturaleza. Cada pétalo está ligeramente curvado, evocando la sonrisa de una niña tímida, irradiando vivacidad y alegría. Aunque es una simulación, es tan realista que casi se puede confundir con la auténtica. En ese momento, me pareció oler la tenue fragancia de las flores de ciruelo y sentí la resistencia y determinación con las que florecían en el viento frío.
La coloqué en un jarrón antiguo de porcelana azul y blanca y la coloqué sobre la mesa de centro del salón. Desde entonces, se ha convertido en una parte indispensable de mi vida, acompañándome silenciosamente cada día de invierno. Por la mañana, cuando el primer rayo de sol entra por la ventana y cae sobre la pequeña flor del ciruelo, luce particularmente encantadora y hermosa.

Hora de publicación: 22 de agosto de 2025